Danza a mi país


Dios no da la inmensa alegría de ser peruanos.
Tenemos en nuestra alma el color de la sangre de quienes dan su vida por la paz
Tenemos en nuestras manos el color blanco de la paz
Tenemos en nestras tierras la riqueza de la creación
Creación que nos espera para tratarla con amor...

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Canto mariano - Prom. 2012

Promoción 2012

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Krishna y su libro viajero

Érase una vez un libro que vivía triste y solo, abandonado en la esquina de un cajón oscuro que nadie veía.

Un día decidió mirarse por dentro y hacer un recorrido por sus hojas amarillas y llenas de letras que ya nadie quería ver; entonces, descubrió que eran los recuerdos de un hombre que había viajado por todo el mundo y había conocido en sus viajes a muchos seres maravillosos, entre ellos destacaba las historias de Copito,un mono de peluche que vivía en el Castillo de Santa Bárbara, un muñeco de tecnopor que se salvó de ser quemado en las Fallas de Valencia, un barco de papel que vivía en el Puerto y tenía más historias que un capitán de la Marina y una hermosa princesa que esperaba ser rescatada del Castillo de San Fernando.

Era tan agradable leerse a sí mismo que empezó a reír con tantas aventuras, de modo que empezó a hacer un escándalo tan grande que sus páginas empezaron a iluminarse, tanto, tanto que la luz de los rayos salían del cajón oscuro.

En ese momento entró Krishna, un niñomuy curioso e inteligente que tenía un oído tan bueno que era capaz de escuchar las risas del librito abandonado; seguido por la curiosidad, descubrió de dónde venía la bulla, vio además la luz del cajón y se apresuró a abrirlo.

El librito, de un susto, se cerró y se aferró a sus hojas amarillas, pues tenía mucho miedo. Krishna quedó impactado y luchaba con el libro para poder abrirlo, pero el libro se cerraba más y más...

El niño, tan inteligente como siempre, empezó a acariciar y hablar al libro, lo aferró contra su pecho, pues sabía que ese libro era mágico y ahora sería solo de él. El librito, comprendiendo el significado del abrazo, empezó a soltarse y a abrirse un poco...Krishna lo miró y le regaló una sonrisa tan amigable y linda que lo conquistó.

A partir de ese día, Krishna y el librito fueron grandes amigos y juntos van en busca de más libritos abandonados que tantos niños y adultos dejan abandonados a su suerte.

Y así como quien no quiere llegar a su fin, un librito te está llamando... ¡ve a buscarlo, también en el comodín!
Autora: Verónica Castillo P.















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Los tres amigos y sus tesoros



Hace mucho tiempo en la ciudad de Sebas vivían, en una casucha de perro abondanada, una tortuga, una liebre y un ratón. Ellos habían llegado a aquella morada sin saber qué encontarían y qué pasarían desde el momento de su llegada.

Resulta que la tortuga era aquella que algún día ganó a una liebre que se creía rápida y menospreciando el esfuerzo de la entonces joven tortuga se quedó dormida debajo del árbol; la liebre era una huérfana prima lejana de Pepito, el conejo, a quién su mamá castigó por desobedecer; por último, el ratón era uno de los primos de Speedy Gonzáles, el famoso robaquesos mexicano que muchos hemos visto en la televisión.

Sabiendo quiénes eran los tres amigos les contaré lo que un grillo, testigo de sus locuras, me contó.

Me dijo que al llegar los tres amigos a ese lugar abandonado decidieron convertirla en un palacio, para ello necesitaban la rapidez de la liebre, el tamaño del ratón y los aportes de la tortuga.

Así comenzaron por decidir qué pondrían como adornos; lo primero que se les ocurrió fue colgar la medalla de la tortuga en un lugar visible, luego pensaron que sería una buena idea buscar una mesita para que puedan cenar, pero después de muchos intentos solo pudieron coincidir que la única que podría ser la mesa sería la caparazón de la tortuga; pero solo hasta encontrar algo que les sirviera sin tener que dejar desnuda a la tortuga, quien después de ser convencida tuvo que andar con una toalla; así que teniendo en frente la caparazón la pintaron de colores y la dejaron al centro. Ahora solo faltaba un aporte del ratón, pero... ¿qué podría ser? pensaron y pensaron hasta que se les ocurrió una idea... éste debía buscar a Speedy y conseguir uno de sus enormes sombreros de mariachis. El ratón fue a buscar lo encomendado pero no tuvo suerte pues Speedy finalmente había sido atrapado por el gato, quien no dejó ni siquiera su sombrero. De regreso se encontró con la viuda Martina, su cuñada, ella le dio su lazo y el retrato de su esposo, el ratoncito que la conquistó y murió haciendo avena. El ratón regresó a casa llevando los obsequios de Martina y colocaron en medio del salón el cuadro del valiente ratoncito y en la puerta el lazo rojo.

Así pudieron tener su casita decorada, ciertamente no parecía un palacio, pero tenía lo más preciado de cada uno de los habitantes. (Claro que la tortuga además de quedarse sin caparazón por dos largos meses, pescó un resfriado tan fuerte que contagió a todos, incluso al grillo que me contó esta historia)... AAAASHUUUUU!!!! Uys, creo que ya me contagió.

Escrito por Verónica Castillo Pérez

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